Saturday, May 23, 2009

Un viajero en el tiempo

Desde hace algún tiempo, mi amiga Jani (una viajera empedernida) me ha tratado de convencer para que alguna vez tome algún viaje con ella. Me habla de lo maravilloso de conocer, y de lo lindo de poder sentir que un día estás en el Sahara y al mes siguiente en la Patagonia.
La verdad, he pensado mucho en esos maravillosos viajes, pero las veces que me ha tocado decidir, siempre he dicho que no. Tal vez por un tema de mirarme a mi mismo y entenderme.
Yo, no viajo en distancias, yo viajo a través del tiempo. Es difícil de explicar, pero siento que desde que nací empecé a construir mi propio camino. Al principio, mis padres, machete en mano, construyeron una senda lo suficientemente segura para que yo pueda viajar y avanzar en la vida sin contratiempos. Se lo agradezco mucho, porque siento que más que enseñarme a caminar, me enseñaron a viajar.
Mi viaje, ha ido pasando por un montón de lugares interesantes, mi primer amor, mi primer fracaso, mi primer triunfo, etc. Sin embargo, el lugar más interesante que me ha tocado visitar, es un pueblito en el que una niña que atendía un kiosco, me dio un mapa en blanco.
Era un mapa en el que las distancias estaban anotadas en unidades de tiempo. Al principio me costó entenderlo, porque pensé que se trataba de un mapa de distancias, pero no. Era de tiempo.
Lo tomé, y de inmediato me di cuenta dónde estoy ubicado, dónde nací, y el camino que he ido recorriendo. Al principio, me deprimí un poco ya que me di cuenta que por torcer un poco el camino a los 13 años, fui a dar a un desierto horrendo, en que el hambre y la sed no me dejaban ver la realidad. Pero me alegré porque a los 17 encontré el camino que siempre quise recorrer.
Luego de eso, me di cuenta que en prácticamente 10 años he recorrido tantos, pero tantos pueblos maravillosos, que la mismísima Jani me envidiaría.
En el camino, he conocido mucha gente, algunos de ellos me han acompañado mucho tiempo, y algunos por suerte han desaparecido. Algunos aparecen cuando no deben, y algunos se marchan cuando he esperado que estén ahí, acompañándome.
Me alegra mirar lo que he recorrido. Hay gente que desde que nació, se quedó en un lugar y no se ha movido de ahí desde entonces.
Recuerdo haberme encontrado en un pueblo, con una adolescente inválida que me contaba que su sueño era irse de ese pueblo maldito, y que me envidiaba porque tenía la capacidad de caminar y seguir avanzando, lloviera, nevara o el fuerte sol doblara mis deshidratadas rodillas. Yo le decía, “pero si tu no estás inválida, es la silla de ruedas la que no te deja caminar”. Es que en este pueblo, para poder quedarte, necesitas “no saber avanzar”. ¿Y por qué no te buscas otro pueblo?, he recorrido lugares maravillosos y estoy seguro que puedo encaminarte a un lugar mejor. Ella miró hacia abajo y se fue llorando “prefiero morir inválida que caminar a un lugar mejor”.

A veces miro mi mapa y me alegra pensar que mientras más lo entiendo, más opciones de lugares puedo visitar, y cada vez el asfalto y el paisaje es mejor. Me maravillo pensando en que puedo elegir mi destino, y que mi vida, no se mide en horas ni años ni segundos, sino que en distancias, y que cada experiencia en el tiempo, es un pueblo nuevo. Digno de conocer, donde puedo elegir mis acompañantes, mis recorridos y mis destinos.
¿Cuál será mi siguiente pueblo?, pues no lo sé. ¿Cómo será?, no tengo idea. ¿Quiénes viven ahí?, ¡y qué se yo!. Total, si no me gusta, tomo mi cada vez más escuálida maleta y me voy.

Wednesday, August 06, 2008

Judy


Ese día fue super extraño. Pero no tanto.
Yo estaba en mis cosas, en mi pieza en Santiago y viene mi amiga imaginaria y me abraza por atrás.

-¿Qué haces?. Estás como radiante le dije, se te nota en tus ojitos...
-Sii, me dijo, es que estaba fascinada viendo lo que haces con ese papel.

-Lo que pasa es que estoy haciendo una escultura de origami, pero no me resulta, iba en el paso 72 y decidí desechar el manual y hacerlo por las mías, pero parece que no me resulta. Espérame un segundito, al tiro te pesco, ¿vale?.

-Es que no quiero que me veas, soy yo la que quiero ver, me dice. ¿Por qué siempre estás haciendo cosas chori?.

-No sé. Una vez hice algo que me fascinó y quedé como con el gustito de hacer cosas sorprendentes.

Entonces, me suelta y para sentarse, saca las cosas que estaban encima del sillón, y mientra hacía cada uno de los pliegues me pregunta ¿y qué es lo más lindo que has hecho?...

Varias cosas. Una vez adelanté la primavera, otra vez estimulé las nubes para escribir un mensaje en el cielo, otra vez hice dibujos animados en las baldosas de la vereda, otra vez hice un ramillete de flores de origami lleno de colores, no sé… he hecho hartas cosas.

-Y esto, ¿por qué lo haces?.

-Me gusta vivir en una metáfora. Por ejemplo, esto que hago ahora es para el cumpleaños de una amiga que quiero harto, si me resulta, se lo hago bien hecho. Ella recibirá el objeto final, y yo recibiré un regalo para el alma. Así los dos recibiremos regalo.
La verdad, es que es demasiado fácil ser mediocre y comprar un chocolate o un ramo de flores, que segun yo, lo único que puede significar, es un cariño charcha…
Mira… si soluciono el problema de los cachitos, ya tenemos la jirafa.
… En fin, creo que las personas no debiesen comprarle los regalos a la gente que realmente quiere para demostrarle su cariño, eso sólo demuestra que su amor también es comprable. Si todos nos esforzáramos en hacer cosas bonitas, te aseguro que todas las personas vivirían momentos demasiado especiales, tanto cuando se está preparando el regalo, como cuando lo entregas.

-Haa, ¿y qué pretendes con la jirafa?.

-La verdad es que no sé… no sé por qué se me ocurrió una jirafa, tal vez pueda hacer un libro de cuentos con volumen, tal vez me pase por la reja de madrugada a su casa y le haga un zoológico de animales en su jardín, buena pregunta en todo caso… De todas maneras, siempre le hago regalos a la gente que quiero, pero casi nunca los entrego, a veces siento vergüenza que la gente piense que la quiero mucho. Por lo general no valoran mucho el esfuerzo, y les gusta más el regalo que le hice al otro…

-Y a mi… ¿me harás algo algún día?.

-Obvio, ya te he regalado dos de mis historias. Algún día te dibujaré…

Entonces, me pidió permiso, se metió en mi carpeta de música, abrió un disco de Silvio, eligió el tema Judith, y se puso a bailar con torpeza. No podía evitar sonreír del alma mientras la veía, y ella se ponía coloradita…
Qué regalo más lindo…

Y ¡pop!, desapareció.

Thursday, July 03, 2008

La historia de mi amiga invisible

Lo recuerdo perfecto, estábamos a 1 kilómetro de la meta y el pelotón estaba enfilado preparando el embalaje. Mi cerebro me exigía atacar, pero necesitaba ver la reacción de los demás. Sin embargo, los demás estaban esperando que ataque, así que les dí en el gusto, pero la fuga de los últimos 20 km me había dejado las piernas sin fuerzas, y 3 me pasaron en la misma línea de meta. Resultado, otra vez cuarto, lo que provocaba la risa a carcajadas del estúpido de mi amigo invisible, que a la orilla de la carretera, se aprovechaba de mis técnicas para engrupirse a la amiga invisible de quizás quién.
"Debiste haber visto la cara que pusiste cuando te diste cuenta que de nuevo te pasaron 3 tipos en la línea de meta", me decía.
-Cállate, déjame sólo.

Lo que pasa es que tu estrategia es pésima, no puedes fugarte con tipos que te tienen miedo, porque no te van a querer tirar...
- Cállate...

-Por qué no aceptas que estas predestinado a salir cuarto?
-Cállate...!!!

-Yo creo que no eres malo, lo que pasa es que no sabes leer las carreras...
-Cállate mierda!!!

-... Porque si tienes piernas para embalar, deberías dejarle la responsa...
-CÁLLATE TE DIGO, estúpido, fuera de aquí. Por qué no te vai !!!

Entonces, me miró con rabia, y me dijo: "a ti no te hace falta un amigo, te hace falta una "amiga"", y pop!, lo desaparecí. Ahá, ahi si, mucho mejor, SOLO.
Por último ese idiota me hizo reir con esa última frase. Yo sé que el no era pesado, pero es que a veces se le pasaba la mano con "lo divertido", y no sabía parar a tiempo. Se creía un sabelotodo, y lo que más me daba rabia, es que siempre tenía la razón. Es difícil conocer a personas que nunca se equivoquen, pero este tipo parecía saber mucho de mi, y me sentía invadido.
Sabía siempre lo que estaba pensando, lo que sentía, mis maldades, mis genialidades, mis estupideces, y mis condoros. Lo sabía todo.
Sabía incluso que necesitaba a una amiga imaginaria. Rica, por supuesto. Con así uno....

Entonces, me dije, ya que la estoy imaginando...
Póngale 170 cm de morenaza pelo liso, 92-60-92, ojos claros, piel dorada, pelo negro liso, carita alargada, nariz fina, labios gruesos y mirada seductora, de piel suave como la seda.
De inmediato apareció una muñeca impresionante pedaleando conmigo camino a la casa, de apariencia de modelo argentina, y con una pinarello dogma fp, ruedas bora, y forrada en Record.
Me hablaba con voz sexy: "¿qué pasa juampi?, ¿me puedo ir contigo?.
Yo me reía sólo, con una cara de gil que no me la sacaba nadie.

No te sintás triste, vos cha tenés claro lo que la próxima semana no tienes que hacer...
En eso llega mi amigo invisible de no se dónde, y se empieza a engrupir a mi nueva amigui invisible. "Tienes un físico privilegiado, debes ser buenísima para la bici. A ver cuánto puedes aguantar a rueda...", ¡y se la llevó!.
Puta el barsúo, me dije...

Total, yo no quería una modelo imaginaria. Necesitaba una niña de peluche, que me abrace por nada, y que no midiera mas de 159, flaquita pero no raquítica, y lo mas importante, tierna y con una voz dulce. En eso aparece una niña de pelo castaño, medio despeinada con el colet mal puesto, y pedaleando en una bici oxford horrenda...

¿Me puedo ir contigo?
-Si si, claro.

Pero no te vayas tan rápido, me dijo respirando apenas.
Sus cachetitos rojos de tanto pedalear, me hicieron sonreir...

La quise de inmediato.

Thursday, February 14, 2008

La pregunta de la muerte

Yo soy una persona tranquila, inquieto, pero buen cabro. Tímido cuando hay que ser tímido, pero soy un tiranosaurio cuando tengo cerca a mi presa.
Ese día estaba comprando estúpidas cecinas en el supermercado, cuando miro hacia el lado y me encuentro con la sorpresa de mi vida, estaba la amiga de la innombrable.
No es que yo sea un tipo curioso, pero desde que la dejé de ver NUNCA más supe nada de ella. No tiene fotolog, ni blog ni nada. Es absolutamente invisible.
Ni siquiera tenemos nada en común, ni un amigo, ni nada.
Hay una muralla China entre nosotros. Y me enfurece que se la haya tragado la tierra.

En fin, ahí estaba su amiga hablando como cotorra hace rato, contándome sus estupideces que no le interesan a nadie, "que va a salir de la Universidad, que está trabajando no se dónde..." y que se iba de vacaciones a no me importa.
Yo tenía el número 31 y ya iban en el 29, y tenía frente a mi, la única opción de saber algo de la innombrable, y no es que sea curioso ni que me importe demasiado saber de ella, es por saber...

Entonces por fin se calló, y me regaló 3 segundos de silencio, yo no estaba ni ahí con contarle mi absurda vida, donde cada 5 segundos pasa una historia distinta, así que me puse no tan serio, respiré, y me decidí a hacerle la pregunta de la muerte.

La pregunta justamente que ella no esperaba que le hiciera, supongo que habría esperado que fuera lo suficientemente cobarde como todos, y que respete la intimidad de su amiga. ¡Me importa un carajo la intimidad, porque necesito saber de ella!.

Trato de no tomar mucho aire, relajarme y hacer la pregunta lo menos forzada posible, como si estuviera preguntándole qué pasta de dientes usa. Entonces, no lo dilaté más, y le dije: "¿qué sabes de tu amiga la innombrable?.
De inmediato cayeron unas telas del techo, se oscureció el supermercado, la iluminó un foco en plena cara, y se escuchó la música de quién quiere ser millonario.
¿Innombrable?, preguntó nerviosísima, completamente roja.
Yo no conozco a ninguna innombrable. Me dijo con voz sorprendida.

Mujeres, siempre cubriendo a sus amigas. No conocen la palabra traición hasta cuando les conviene, y yo no tenía nada para extorsionarla, ni siquiera las ganas.
Si, si que conoces a una, los dos la conocemos, le dije.

Entonces ella se puso seria y muy nerviosa, la tenía acorralada, y tenía que darme información de su paradero si o si.
"¿Me podríai creer que no he sabido nada de ella?", me contesta.

Entonces, la miro a los ojos menos y menos amablemente le digo, por favor, y mi mano derecha suavemente se posa en su hombro izquierdo descubierto.

Ella me mira con ternura y me dice, "se fue a Bariloche de vacaciones".
De nerviosa me dice chao y se fue porque tenía unos asuntos de no se qué.

Bien. En Bariloche.
¿Y qué hago con eso?

Su cecina, señor. ¿qué número tiene?
Ah si, el 31.

Saturday, September 15, 2007

La leyenda de la diva y el rockero

Cuenta la historia de un rocker, un día en su bici sentado gritó, porque a pesar de su esfuerzo, vino otro tipo y la carrera se llevó.
Se secó el sudor de los ojos, felicitó a su rival, le dio las gracias a los organizadores y se abrazó con el resto del equipo. Levantó su mano derecha y sonriente saludó al público que le fue a ver.
Los competidores fueron a hablarle sonrientes y hubo tiempo para cada uno de ellos, el público, la gente, y todo el mundo que se le acercó.
Valoró el esfuerzo del gordito: "oye, tu te superas día a día, si sigues así muy pronto serás un gran campeón."
Se puso sus audífonos, miró fijamente a los ojos a una morena hermosísima que estaba en la décima fila del público, le guiñó un ojo, y sonriendo coquetamente se pone a pedalear al ritmo del unplugged de kiss.

Piel de gallina.
La sonrisa del rockero era extraña, andaba con alegría, se paraba, se sentaba y se volvía a parar pedaleando cada vez más rápido camino a casa. Todos sabían que esa combinación de elementos era la que le reventaba el alma al rockero. El ciclismo, el placer que le hace sentirse un tipo popular, y esa libertad desatada que te da el rock and roll.

Retrocedamos...
Una morena hermosísima había ido al supermercado a comprar cosas para la hora del te. Le llamó la atención tanta gente, y fue a ver qué sucedía. La gente quería ver a los ciclistas, pero ella no, por lo que no le interesaba agolparse para ver a los "cabeza de músculo". A ella simplemente no le interesaba y quería que esto se acabe lo más luego posible para poder cruzar la calle sin que esos ordinarios le gritaran leseras. Era una diva.
Sin embargo, de todos los corredores hay uno especial, que no necesita decirle nada para mostrarse, sino que la mira sonriente y muy coquetamente mientras se ajusta el audífono. Ella se preguntaba... ¿me estará mirando a mi?. Y con una sonrisa nerviosa le corresponde su gesto. El, agradecido de su respuesta, le guiña el ojo y se va pedaleando feliz.

El sonríe arriba de su bicicleta camino a casa, y ella todavía sonríe sola mientras muele la palta.

4 meses después
El rockero se devolvía del supermercado con una bolsa dentro de su mochila y tarareando temas de Led Zepellin, despreocupado, desordenado y muy relajado.
Las notas corrían y las sonrisas volaban. Al cruzar la calle agarra luz verde y disfruta ver la pataleta de una morena hermosísima que reclamaba al mundo por no haber alcanzado a cruzar con luz verde.
El rockero la miró, le sonrió, incluso se detuvo casi un segundo a disfrutar de ella. y continuó su camino. Suspiró y al ritmo del rock and roll dice: "Esa, es mi diva", y siguió su camino muerto de la risa.

15 segundos antes
La morena hermosísima venía en su auto, muerta, reventada, cansadísima. Lo único que quería era llegar a la casa y tomarse un vaso de leche descremada mientras ve televisión.
La ley de Murphy es así y le envía el semáforo en rojo más largo de la ciudad. De esos que no terminan nunca, y una vez que acabó tienes que esperar que la gente termine de cruzar.
Sin embargo le parece divertido ver a un tipo que nada parece importarle y va de rockstar por la vida con su mochila tarareando temas de quién sabe quién.
Al ver que es el tipo de las carreras intentó saludarlo o algo, pero estaba paralizada de emoción y no alcanzó ni a cerrar la boca....

Había una fuerza enormemente destructiva que los atraía, y un extraño romanticismo que simplemente los alejaba... y es que eran tan distintos el uno con el otro que cualquier proyección, por más mínima que fuera era ridícula.

El pensaba: ella es una diva, y debe estar enojada porque va a perder su hora a la peluquería o al solarium. Es una diva, y no siente el poder del rock and roll, sólo le interesa la elegancia, la distinción y todo debiese significarle rotería. Diva, le cargan los semáforos, la ropa que no está a la moda. No usa zapatillas y no come cualquier cosa. Ella no camina y manda a comer a la nana a la cocina. Va al gimnasio porque su revista light se lo exige, y no compra nada que no sea light... apestosa!!. Quizás para qué programa de televisión trabaja...

Ella pensaba: ¿Y ese rockero se creerá mino?, ¿que me voy a tirar encima de él como todas las de su reino de warras que siempre le deben acompañar?. Que trabaje, que produzca, borracho, carretero. Es incapaz de pasar 8 horas al día en una oficina, para que su maldito país crezca, y como para relajarse, se va de carreritas los fines de semana con sus amigotes rotos.
Debe ser de los que se suben al escenario para tirarse arriba del público, y le gusta firmar autógrafos que terminarán a los 5 minuos en algún basurero... apestoso!!! Quizás dónde será su siguiente tocatita, y obviamente terminará borracho.

Sin embargo, llegando a su casa, ella cansada, muy cansada después de ordenar cientos de formularios en una oficina pública se recuesta y se queda dormida.
El, después de que nada le resultó en la agencia enciende la tele y se queda inmediatamente dormido.
El rockstar. La diva.

Sunday, November 19, 2006

La primera vez tiene un gustillo espacial

Mi primea fiebre de gol
Vagos recuerdos tengo del mundial de Italia 90. Pero recuerdo que jugaba Holanda contra Inglaterra. Jugaba mi equipo favorito de todos los tiempos (La naranja de Van Basten, Gullit, y Rijkaard) contra la Inglaterra de Gary Lineker.
En Curicó el invierno azotaba con mucha fuerza, y necesitaba una excusa para no ir al colegio.
Un resfrío es una buena excusa para poder ver el partido en cama. Asi que antes de dormir, la desarmé entera. A media noche mis pies estaban azules de frío y yo felizmente con todas las frazadas en el suelo. La helada no me dejaba dormir, y esa delgada polerita con esos calzoncillos que usa Bob Esponja, difícilmente me iban a proteger de la paliza que me estaba dando el invierno.
De madrugada, tiritando, y con una pícara sonrisita voy al baño y al mirarme al espejo me digo, sos un genio, el plan va de maravillas.
Increiblemente el espejo me contesta, y me dice: "eres un idiota". Ese plan no resfriaría a nadie, simplemente estas matándote de frío, y un muerto jamás podría ver un partido de futbol.
Era cierto, tiritaba de frio pero los estornudos no llegarían jamás. Entonces, cambio de planes, fui a la cocina, mojé los calcetines y me los puse. Una cosa es ser inmortal y otra muy distinta es no poder enfermarse.
Creo que ese día desperté morado y con un poco de fiebre. Se acerca ingenuamente mi mamá y le dice a mi viejo... Nano, este niñito no podrá ir al colegio en estas condiciones. Me dio una aspirina, y me fui a acostar a su pieza con ella. A ver el partido.
A las 10 de la mañana la Aspirina me había hecho efecto, y no tenía nada, estaba sano como un tomate. Estuve todo ese día estornudando a la mala, hice teatro como nunca lo había hecho, y aunque no me pude enfermar, mi objetivo estaba cumplido. Ver a Holanda.
El partido fue muy malo, empataron a cero. Y ahí casi me enfermo de verdad, viendo con rabia a Inglaterra defender descaradamente todo el partido.
Fue la única vez que recuerdo que falté al colegio.





El primer beso
El primer beso que di, fue una vez que estaba en Pichilemu....
No, ese no cuenta.
Es terrible dar el primer beso, mucho más si eres un personaje tímido. Puedes recibir una golpiza de la mujer que tanto te gusta, puedes ofenderla, en fin... perderla para siempre.
Entonces no puede ser un momento cualquiera en la vida, y tenía que preparar el momento, tenía que preparar las circunstancias.
El terror a perder a la mujer que me gustaba era tan fuerte, que necesitaba practicar antes.
Ya era tonto grande para estas cosas, y lo único que sabía, es que había un 90% de posibilidades que no me funcionara.
Elijo mi chiquilla, ni tan linda ni tan fea, ni tan gorda ni tan flaca, ni rubia ni morena. Tal vez la más normal del mundo, tanto así, que si la volviese a ver, lo más probable es que ni siquiera me acuerde de ella. Pero era mi chiquilla.
Ella no se por qué me había dado su teléfono, ahhhh, si se por qué, quería que la llamara, pero no tenia ninguna excusa para hacerlo.
Pero si quería que la llame, iba a ser para algo, y ese algo podría ser que posiblemente le interesara algo de mi.
Nos juntamos, y recuerdo tenía poca plata, sin embargo, la gasté toda en comprar algo rico. Algo muy rico. La invité a almorzar.
Algo que come la gente linda. Le cociné rico y procuré preocuparme de todos los detalles.
Luego todo el show, ¿qué haces? y todo eso...
Levantó la vista, y me dijo: "Juan Pablo, no quiero que hagas lo que estás pensando".
"Eso lo decido yo", la tomo entre mis brazos y la beso. Ella se resistió durante aproximadamente un segundo y luego aflojó. Tal vez el segundo más largo de mi vida. Es que no podría explicar todas las sensaciones extremas que pasaron durante el segundo más largo de mi vida, pero una vez que cedió, la piel de gallina se apoderó de mi.
Fué la primera mujer a la que YO besé. Y ese beso, me lo había ganado con mi esfuerzo.
Cuando ella se fue, me grité a mi mismo, SIIIIIIIIIIIIII. Curiosamente, nunca más la volví a ver.



El primer insulto
Antes de escribir, quisiera hacer una aclaración. No es lo mismo un insulto, que un sermón.
Cuando haces algo muy malo, los papás nos sermoneaban, o los profesores. Pero con justa razón, porque sabíamos que habíamos hecho algo malo, por lo mismo, si al que te está sermoneando se le sale una palabrota, es más que aceptable, porque se entiende que está colerizado.
Cuando andas por la calle, y alguien te dice: IDIOTA. Simplemente no lo tomas en cuenta, porque no tiene bases para decírtelo.
En fin, corría mi primer año de diseño en la Universidad del Bío Bío. El profesor titular de dibujo era Luis Guzmán, un maestro de larguísima trayectoria internacional. Don Luis, tenía una ayudante... no, no era una profesora ayudante, era profesora adjunta, pero se entiende quien es el que corta el queque.
Un día, el profesor se acerca y me felicita por el progreso que estaba demostrando. En realidad felicitó a todo el grupo de amigos dibujantes, porque estábamos muy interesados en saber, y estábamos haciendo cuádruple esfuerzo. Y se notaba.
Lo que me había dicho el profesor me había tenido con una generosa sonrisa durante toda la mañana.
Pero si algo tenía de malo el profesor, es que siempre se desaparecía a media mañana, y ese día no era la excepción, por lo que Jaqueline Santos se quedó sola "enseñando".
Se acercó a mi, y me dijo: de que te ries tanto, tienes cara de feliz.
Le dije que era porque el profesor me había dicho que estaba dibujando muy bien, que todo mi esfuerzo estaba dando frutos.
Ella mira mi dibujo, y me dice: "eso es basura y tu lo sabes".
Apreté los dientes y le dije: "disculpe profesora, pero yo lo veo bastante bien". Podría explicarme el por qué, así lo podría mejorar.
Se dió vuelta y me dijo, "rómpelo y empieza de nuevo".
Abandono mi tablero y la amabilidad y le digo: "Usted es la profesora, y le exijo que me diga qué está tan malo".
"Está PATÉTICO", me dijo, con una prepotencia fuera de todo límite.
Me di media vuelta, y dije muy despacito, "el patético no es mi dibujo".
Nunca lo sabré, pero al parecer escuchó mis murmullos, porque me reprobó el ramo siendo uno de los 5 mejores para el dibujo del curso (50 alumnos).
Desde ese día la palabra "patético" pasó a ser mi ofensa top 1, y me la estoy guardando para decírsela a alguien con rabia... posiblemente nunca la ocupe.
Nunca me había ofendido tanto algo, así que guardé ese dibujo, y regularmente lo veo y trato de encontrarle lo malo, pero nunca le encuentro nada.
También conservo cada una de las evaluaciones que la profesorcita me reprobó, contextualizadas con otros trabajos que me robé de mis compañeros, que si habían aprobado. Todavía no entiendo por qué bajé las notas de 80s a 40s, y con una evaluación final un bajísima, para que reprobara con un 58% (el 60 aprueba).



Mi primera carrera
Con una sonrisa recuerdo mi primera carrera en bicicleta.
Era un niño ingenuo, que creía que porque era capaz de adelantar a mucha mucha gente al subir una y otra vez el cerro San Cristóbal, ya era ciclista.
La verdad es que me encontraba demasiado bueno para compararme con la gente común y corriente, así que tenía que medirme con los buenos. Con los curicanos.
Pobre ingenuo.
Fui tal cual a correr, zapatillas, polera, y short.
La bicicleta no tenía absolutamente nada regulado, ni el asiento, ni los cambios, Nada!!!!
Me la había comprado el mismo día, y me había conseguido un casco un rato antes...
Los corredores me miraban como aguantándose la risa. Es que está bien ser novato pero nunca tanto.
En la ruta se ven los gallos, y duré hasta que todos empezaron a lanzar los ataques, un poco más allá de los 3/4 de la carrera.
Sin embargo, la terminé dignamente, hice los 70 km. y salí último, por delante de los que abandonaron.
Cuando llegué a la meta, el señor comisionado me da la mano y me dice: "te felicito, ese es el espíritu combativo que esperamos ver en nuestros corredores, pero para la próxima semana trata de equiparte".
No hubo próxima semana, me preparé y después de 1 mes, volví. Completamente equipado y entrenado. Ahora peleando los primeros puestos en la categoría novicio (hay novicios que llevan más de 1 año corriendo en la categoría, yo pasé a todo competidor dos meses después de éste día).
Tres meses y medio después fue este día.



Mi primera pelea
Mi barrio en Curicó, donde pasé toda mi infancia y los mejores años de mi vida, esaba habitado por una comunidad de profesores de casi la misma generación, y todos amigos entre todos.
Todos los niños vecinos teníamos la misma edad porque todos los papás se cesaron cuando le entregaron la casa.
Cuando éramos chicos había uno al que todos les tenían miedo: el Fernando Contalva.
Cuando uno es chico, muy chico, idolatra hasta al gato. Para nosotros, el Fernando era una especie de Mike Tyson, ¡A qué clase de estúpido se le ocurriría pelear contra el Fernando!.
A mi.
Y es que ya me tenía aburrido su prepotencia. Nos jugaba bolitas, se las ganaba todas, y antes de irme a la casa me decía que se las devolviera o me pegaba.
Un día, voy donde mi papá, y lo acuso.
"Papi, el Fernando me quita las bolitas cuando se las gano."
-"No se las tienes por qué pasar, si se las ganaste".
-Es que dice que me pega.
-¿Y por qué no le pegas tu también?, no puedes dejar que te pasen a llevar... si te las pide, no se las pases. Las reglas son las reglas.
Toda la razón... Incluso me avergoncé de acusarlo como un mariquita.
Al dia siguiente, lo vuelvo a dejar en banca rota, y me ofreció una paliza si no se las pasaba.
No se las pasé, y me levantó de una patada en el trasero. ¡Entrégamelas!.
No, y me iba a pegar de nuevo, cuando me abalanzo, empuño mi mano, y se lo doy de lleno en su mejilla.
Mis amigos no lo podían creer, "este tipo se volvió loco".
Fernando se para, y con sus ojos rabiosos me da un par de golpes en el cuerpo, en la cara, en todas partes.
Nos revolcábamos en el suelo, y le estaba dando dura batalla, ya le había dado por lo menos 5 combos bien dados en su cara, lo se porque como que uno siente el huesito. De repente el se para, yo me paro, nos quedamos mirando, el se da cuenta que sangraba de la nariz, y se va corriendo a su casa, llorando.
Y mis amigos me acompañan a la mía, apoyándome, y me ayudaban a limpiarme, cuando mi mamá me sorprende.
¡ Nano, ven a ver como viene este niñito !
Mi papá me vio el ojo que ya se cerraba solo, el labio hinchado y partido en varias partes, y moretones por todo el cuerpo.
"Déjalo, hay cosas que sólo se pueden arreglar a puñetes. Son cosas de hombres."
Durante ese día fui un héroe, y no solo porque fui el primero que se atrevió a pelear con el, también lo fui porque lo mandé a su casa llorando, y aunque puede que yo haya quedado peor, no hay que olvidar que le salió sangre de narices y "lágrimas de sus ojos".
Yo no lloré. Para un niño de 6 años, eso es importantísimo.
Me consideré ganador.
A partir de ese día con Fernando fuimos muy muy amigos, y nos agarramos a combos varias veces más (ahora siempre gané yo).
El siempre siguió abusando de los demás, pero cuando no estaba yo.


La primera vez que gané una carrera
Ese dia no era cualquier día.
Sé que a los hombres muchas veces se les olvida el aniversario y los cumpleaños, pero el aniversario del ciclismo es algo distinto.
Ese día cumplía 1 año corriendo en bicicleta, y jamás en la vida me iba a imaginar que podría transformarse en algo grandioso.
Se jugaba la final del campeonato y los dos equipos fuertes, los apícola Martínez y Vinos Los Robles se jugaban todo, y controlaron toda la carrera a gusto.
A 10 kilómetros de la meta empezaron todos los ataques, pero los dos equipos grandes siempre estuvieron a la altura. Faltaron 5 kilómetros para la meta y en el mismo pedazo donde hace un año me dijeron novato, hoy les dije "hasta luego", me tomé de los cuernos de la bicicleta, me paré en los pedales y ataqué con furia. Llevaba como un minuto corriendo solo y miro hacia atrás, pero sólo veía a Vinos los Robles defendiendo con desesperación, el campeonato se les iba. Se lo llevaba su archirrival, y la carrera donde tenían que lucirse, se la estaba estropeando un tipo que había empezado recién hace un año y que ni siquiera tenía equipo.
El computador de mi bicicleta me decía que quedaban 4 kilómetros para la meta, apreté mis dientes, miro hacia atrás y compruebo que el grupo venía muy lejos.
Vamos Juan Pablo, aprieta los dientes.
Recuerdo que pedaleaba como si el mundo se fuese a acabar, entonces doy una curva y veo la meta que se veía chiquitita en una interminable recta con un fuertísimo viento de cara.
Inmediatamente bajé de 44 a 33 kilómetros por hora. Sufría porque la meta no llegaba nunca.
Tampoco quería mirar para atrás, sabía que me pisaban los talones. Era yo solo contra todos ellos y con el viento que insistía en frenarme. Ya no quedaba nada, ya podía escuchar los gritos de las personas que estaban en la meta.... fueron momentos durísimos.
La meta se me hacía igual de larga como la cancha de futbol a Oliver Atom, era terrible, y la velocidad bajaba cada vez más. Entonces hago el último esfuerzo, miro hacia atrás, y me doy cuenta que durante todo el trayecto que anduve escapado, sólo pudieron recortarme 100 metros.
Ya no necesitaba seguirme esforzando, entonces, solté las manos del manillar, miré hacia el cielo y levanté los dos brazos en señal de triunfo al cruzar la incomenzable línea de meta.
La gente corrió a abrazarme, obviamente los más felices fueron los de apícola Martínez, que ni siquiera tuvieron que sufrir al disputar la carrera, porque los puntos se los había llevado alguien que no llevaba puntaje.
Yo no podía estar más feliz. Gané, y gané en solitario. Eran todos ellos contra mi, y me la pude.
Esos son los triunfos que valen.
Y esa ha sido laúnica carrera que he ganado en solitario. Todas las demás han sido disputados mano a mano en reñidos embalajes. Jamás me iba a imaginar que podía ganar en Curicó tan luego.
Había gente que lleva 20 años compitiendo y jamás ha ganado.
Posiblemente nunca gane.












Tuesday, October 17, 2006

Entre Curicó e Iloca hay 1000 historias que contar

Iloca es una pueblito playero que queda a 117 kilómetros a la costa de Curicó, es muy bonito, y muy conservador.
Curicó es la capital de Chile, y está ubicada 191 Km. al sur del kilómetro 0, una ciudad plagada de flores en primavera y alegría el resto del año. Es conocida mundialmente por la calidad y bravura de sus ciclistas.
Una de las carreras más esperadas en el año, es la Curicó-Iloca, una de las más bellas y emocionantes. Los corredores suelen pedir las vacaciones los dias previos, para poder entrenar con tranquilidad, por lo que todos llegan muy bien preparados.
Todos, menos uno.
Llevaba casi 3 meses desde mi debut en las carreteras y me presentaba como el ciclista menos favorito del grupo. Mi hermano chico no bromeaba, me veía la cara de inexperto, la cara de concentración del resto de los corredores, y se largaba a reír una vez más. "Es que nadie puede venir sin dormir y sin entrenar a competir la carrera más importante del año, en la capital del ciclismo en Chile".
Sus dichos tenían toda la razón, porque en ese momento estaba trabajando en la agencia "Impulsando", y en el diario "La tercera". Y si la carrera fue un domingo, yo pasé casi toda la semana sin dormir porque tenía el examen de título el viernes. De hecho no dormí nada del jueves para el viernes.
No puedes decir que no he dormido, le dije, el sábado dormí casi 17 horas. Pero soy un tipo obsesivo así que no me llegaron sus dichos.
"Ni siquiera tienes un equipo", me decía. "Ni vehículo de apoyo, vas a hacer el ridículo durante 117 kilómetros".
¡No me interesa!, correré igual y ganaré.
Siempre se ha dicho que el trazo tiene 1000 historias, porque cada uno tiene una interpretación distinta a los cientos de hechos que pasan en el camino.
La verdad, es que mi historia no comienza hasta el final de la carrera.
Mi hermano había sentido compasión de mi, y había ido a buscar a mi viejo a la casa para que fueran en la caravana de autos para que me recogiera en el kilómetro 40. No me tenían nada de fe. Sin embargo, cuando menos se espera de mi, siempre doy el guaracazo, y esta vez no era la excepción.
Corría el kilómetro 80, ya habíamos superado todas las durísimas cuestas del camino y yo seguía como lechuga, listo para atacar.
Ni yo me la creía, pero en el kilómetro 105, cuando ya habíamos superado el infernal tramo de viento de cara, siento que la carrera se define entre uno de nosotros.
Miro hacia el lado, y veo la cara de cansancio de mis compañeros. Sudor, dientes apretados, y todo eso. Y yo, nuevecito... la verdad es que no entendía lo que pasaba, íbamos rapidísimo, pero mis piernas respondían como si fuesen las del mismísimo "Eddie Merckx".
Las bocinas de los autos anunciaban triunfales la cercanía de la meta, la gente salía a la calle y gritaba extasiada, los carabineros, la televisión, los fotógrafos a un lado del camino, y el letrero que anunciaba 2 kilómetros a meta.
Mi cara sonreía, porque sabía que tenía posibilidades, sabía que aún tenía fuerzas.
En ese momento el mundo se detuvo, mis compañeros al parecer dejaron de pedalear, la gente dejó de gritar, y las olas del mar se quedaron quietecitas. El velocímetro no avanzó más. Todo se detuvo y los recuerdos empezaron a aflorar. Me acordé de las palabras de Iván Zamorano cuando dijo que no existe nada más reconfortante en la vida que un triunfo deportivo. Y vaya que tenía razón. No había que olvidarse que hace 2 días me había titulado con un esfuerzo casi épico. Pero en ese segundo, todo da lo mismo, ganar era lo único que importaba. ¿Cómo puedes comparar titularte de diseñador de la mejor universidad de Chile, con titularte campeón de la Curicó-Iloca?.
Ganar, mi mente en ese segundo me ordenó ganar!!!, y el tiempo vuelve a andar, el velocímetro vuelve a marcar que la velocidad era de 60 kilómetros por hora, la gente gritaba como nunca había gritado, la ovación de la caravana de autos rugía, y las olas se encaramaban más alto que nunca, no querían perderse el embalaje ni por nada del mundo, entonces el cerebro le dice a mis piernas ATACA!!!! y salto con una fuerza descomunal, quedaba una curva y 200 metros para la meta, mi cerebro solo decía hasta el cansancio GANA, GANA, GANA..., y doy ese giro y el tiempo se vuelve a detener.
Iba a casi 70 kilómetros por hora, y tenía a 5 metros un auto en contra el tránsito. Los carabineros le dijeron un montón de veces que no podía salir del estacionamiento hasta que pasaran los ciclistas, pero ustedes saben como son los chilenos, y al menor descuido, encendió el motor y salió.
Tal vez en otra ocasión me lo podría haber sacado de encima, pero ¿en una curva, y a esa velocidad?... difícil.
Entonces, la gente se volteó para no ver, y el estallido fue gigante. los vidrios y la sangre saltaron para cualquier lado y mi cara quebró el parabrisas del auto.
En ese momento el cerebro se formatea, y piensa siempre en lo peor. No perdí el conocimiento en ningún momento, me tiré del capó del auto hacia la calzada, y me quedé quietecito. La gente estaba histérica, la ambulancia, la ambulancia, gritaban algunos. Hubo otro que me dijo, gira la cabeza, no mires hacia arriba. Le hice caso, giro la cabeza y vomito mucha sangre...
Quédate tranquilito, ya viene la ambulancia, todo va a salir bien, respira hondo, ¿puedes?.
(¿Que si acaso puedo?, estuve a punto de ganar y se preocupa de que respire)
Luego viene el chillido horroroso de la ambulancia, me ponen un cuello, y me llevan al hospital de Licantén como a 200 Km. por hora. La paramédica me decía, no te duermas, no cierres los ojos, por favooooor, mírame, ¿puedes?.
¿Que si acaso podía mirarla?, estuve a punto de ganar y no voy a poder mirar a una bella paramédica.
Lo que sí voy a hacer por mientras, es revisarme:
¿Las manos se mueven?, ¿los dedos?, perfecto... se mueven. Ya puedo diseñar.
Y las piernas, Augh, ¿se mueven? las dos, bacán, entonces puedo seguir corriendo.
¿Y qué puedo hacer por mientras?, me voy sacando los pedazos de vidrio incrustados en el cuerpo, total, en algún momento tendría que sacármelos.
Lo que si no voy a poder sacarme nunca, es la espina de no haber ganado la Curicó Iloca, la carrera más importante del año.