Saturday, May 23, 2009

Un viajero en el tiempo

Desde hace algún tiempo, mi amiga Jani (una viajera empedernida) me ha tratado de convencer para que alguna vez tome algún viaje con ella. Me habla de lo maravilloso de conocer, y de lo lindo de poder sentir que un día estás en el Sahara y al mes siguiente en la Patagonia.
La verdad, he pensado mucho en esos maravillosos viajes, pero las veces que me ha tocado decidir, siempre he dicho que no. Tal vez por un tema de mirarme a mi mismo y entenderme.
Yo, no viajo en distancias, yo viajo a través del tiempo. Es difícil de explicar, pero siento que desde que nací empecé a construir mi propio camino. Al principio, mis padres, machete en mano, construyeron una senda lo suficientemente segura para que yo pueda viajar y avanzar en la vida sin contratiempos. Se lo agradezco mucho, porque siento que más que enseñarme a caminar, me enseñaron a viajar.
Mi viaje, ha ido pasando por un montón de lugares interesantes, mi primer amor, mi primer fracaso, mi primer triunfo, etc. Sin embargo, el lugar más interesante que me ha tocado visitar, es un pueblito en el que una niña que atendía un kiosco, me dio un mapa en blanco.
Era un mapa en el que las distancias estaban anotadas en unidades de tiempo. Al principio me costó entenderlo, porque pensé que se trataba de un mapa de distancias, pero no. Era de tiempo.
Lo tomé, y de inmediato me di cuenta dónde estoy ubicado, dónde nací, y el camino que he ido recorriendo. Al principio, me deprimí un poco ya que me di cuenta que por torcer un poco el camino a los 13 años, fui a dar a un desierto horrendo, en que el hambre y la sed no me dejaban ver la realidad. Pero me alegré porque a los 17 encontré el camino que siempre quise recorrer.
Luego de eso, me di cuenta que en prácticamente 10 años he recorrido tantos, pero tantos pueblos maravillosos, que la mismísima Jani me envidiaría.
En el camino, he conocido mucha gente, algunos de ellos me han acompañado mucho tiempo, y algunos por suerte han desaparecido. Algunos aparecen cuando no deben, y algunos se marchan cuando he esperado que estén ahí, acompañándome.
Me alegra mirar lo que he recorrido. Hay gente que desde que nació, se quedó en un lugar y no se ha movido de ahí desde entonces.
Recuerdo haberme encontrado en un pueblo, con una adolescente inválida que me contaba que su sueño era irse de ese pueblo maldito, y que me envidiaba porque tenía la capacidad de caminar y seguir avanzando, lloviera, nevara o el fuerte sol doblara mis deshidratadas rodillas. Yo le decía, “pero si tu no estás inválida, es la silla de ruedas la que no te deja caminar”. Es que en este pueblo, para poder quedarte, necesitas “no saber avanzar”. ¿Y por qué no te buscas otro pueblo?, he recorrido lugares maravillosos y estoy seguro que puedo encaminarte a un lugar mejor. Ella miró hacia abajo y se fue llorando “prefiero morir inválida que caminar a un lugar mejor”.

A veces miro mi mapa y me alegra pensar que mientras más lo entiendo, más opciones de lugares puedo visitar, y cada vez el asfalto y el paisaje es mejor. Me maravillo pensando en que puedo elegir mi destino, y que mi vida, no se mide en horas ni años ni segundos, sino que en distancias, y que cada experiencia en el tiempo, es un pueblo nuevo. Digno de conocer, donde puedo elegir mis acompañantes, mis recorridos y mis destinos.
¿Cuál será mi siguiente pueblo?, pues no lo sé. ¿Cómo será?, no tengo idea. ¿Quiénes viven ahí?, ¡y qué se yo!. Total, si no me gusta, tomo mi cada vez más escuálida maleta y me voy.